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‘Shogun’, un clásico hecho serie imperdible

 

La novela Shōgun (1975) del autor James Clavell, es un drama bien narrado acerca de un Japón convertido en un tablero de piezas políticas y de influencia. Algo que se trasladó en cierta medida a la adaptación en forma de miniserie de 1980. No obstante, esta versión hizo un poco más de énfasis en la idea del romance entre un aventurero británico (Richard Chamberlain) y una misteriosa dama (Yōko Shimada).

Todo, en un relato edulcorado y con tintes de tragedia que se alejó en cierta medida del original. Mucho más, cuando el guionista Eric Bercovici, parecía más interesado en reflexionar sobre las diferencias étnicas en el romance. Lo que lo llevó muy lejos, de que lo que pasaba entre las tensiones reales que movían la trama.

La adaptación de la novela de Disney+, corrige muchos de los anteriores errores. Pero también hace algo más. Convertir, al Shogun de Clavell, en una historia sólida que investiga tanto en sus personajes como en el peculiar período en que se ambienta. Lo que lleva a la miniserie de diez capítulos a ser un recorrido por una época en que cuestiones cómo el honor, la lealtad y el amor, podían cambiar el rumbo de un país.

Con un guion que detalla con cuidado las fuerzas y los conflictos en disputa, Shogun es inteligente en su forma de narrar su premisa. A saber: como un aventurero inglés, llega a un Japón en mitad de lo mítico y un tipo de poder desconocido en occidente.

Transcurre el siglo XVII y las divergencias entre una Europa arrasada por pestes y un Japón plácido e imperial, es evidente. A diferencia de su anterior versión, la nueva Shogun es más precisa en analizar el contexto histórico que se enlaza en el escenario. John Blackthorne (Cosmo Jarvis), es mucho más joven de lo que era Chamberlain al filmar la serie (convertida en película) de 1980.

Por lo que su personaje es más físico, atlético y está más enfocado en la idea de un hombre en busca de un lugar al que llamar suyo. Aunque el punto pueda parecer cursi o edulcorado, el guion de Shannon Goss, Rachel Kondo, Matt Lambert y Justin Marks es habilidoso al darle un lado más práctico. Este hombre joven, sin fortuna, pero con deseos de hacer una, podría cruzar el mundo por pura ambición. Y es lo que intentará lograr, cuando un naufragio, le arrojé directamente a las aguas de un territorio desconocido en el que su mente ágil, puede ser un tesoro.

Si algo se echó de menos en la primera adaptación de Shogun, fue mostrar a Japón como un mundo casi mitológico. Un punto en que la novela de Clavell insiste y que la nueva adaptación toma en cuenta. La dirección de Justin Marks y Rachel Kondo, imagina un país que bien podría ser narrado desde la superstición y la maravilla. El Japón de Shogun, es de praderas verdes y la constante sensación que nada es semejante al tosco y brutal mundo del que Blackthorne. Durante sus dos primeros capítulos, la sensación se logra con un artístico uso de los paisajes y la cámara como un explorador entre construcción de bambú y lino.

Pero es, sin duda, es el encuentro del personaje con Lord Toranaga (Hiroyuki Sanada, de Tren Bala y Mortal Kombat), lo que marcará el ritmo de la historia. El soberano feudal atraviesa un enfrentamiento frontal contra varios de sus enemigos poderosos. La llegada del británico, marcará entonces un hito del que cuál sacará provecho. Ambos tienen idéntico sentido del poder, una visión sobre los terrenos en disputa — geográficos y espirituales — muy semejantes. Y si bien, el inglés tiene una perspectiva más dura sobre el poder — cómo se ejerce y de qué manera se arrebata — los dos hombres llegan a un entendimiento.

Mientras eso ocurre, la serie se toma el tiempo para explorar en el carácter de uno y otro. La forma, como occidente, es más audaz y más descreída al contrarrestar a los enemigos en batalla. Pero Japón, eso se traduce a una estrategia en la que los valores intangibles también ocupan un lugar importante.

Pero Shogun es algo más que política. A la vez, es una historia de amor entre dos amantes trágicos. Solo que en esta ocasión, Lady Mariko (Anna Sawai), es mucho más que una damisela en desgracia. Con cierto parecido a la Mulan de Disney — en una versión más agresiva y violenta — el personaje se aleja de la fragilidad, para ser una fuerza de la naturaleza. El cambio — de la novela y la versión estadounidense de 1980 — no siempre parece lógico. En especial, cuando sus habilidades guerreras no se explican del todo, ni tampoco se brinda un contexto adecuado sobre lo que la hace tan distinta a otras mujeres de su época.

Aun así, la figura se vuelve imprescindible para entender parte de la historia. En especial, cuando las costumbres japonesas más elaboradas, necesitan una explicación sencilla para el público lego. Como puente entre dos culturas, Lady Mariko es inteligente y bien construida, aunque no tanto como objeto del deseo.

A pesar de algunos baches — con diez capítulos, la serie tiene mucho que decir y tiempo para hacerlo, aunque no siempre lo aprovecha bien — Shogun es una adaptación fiel. También, una obra independiente de las ya conocidas y una historia, llena de vigor, que sabe bien cómo utilizar el contexto cultural para narrar. Lo que la convierte, seguramente, en una opción predilecta para los amantes del género o los acérrimos fanáticos de la novela de la que proviene.

 

ROSARIO CLIMA

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