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La nueva serie éxito de Netflix, Bebé reno
Netflix estrenó una serie con un título aparentemente inocente, pero tras el cual se escondía en realidad una serie absolutamente abrumadora. Se trata de Bebé reno, o Baby Reindeer en su idioma original, una producción británica de apenas 7 episodios de media hora, que arranca como una comedia, pero pronto te envuelve en un demoledor relato de esos que resulta difícil quitarte de la cabeza. Encima, como aclaran en los mismos créditos de apertura, se trata de una historia real.
Sigue la retorcida relación del comediante Donny Dunn (Richard Gadd) con una acosadora. Resulta que Donny, mientras intenta pegarla en la comedia, debe trabajar tras la barra de un bar, a donde llega por casualidad una mujer llamada Martha (Jessica Gunning). Tan atento y amable es él, que ella se obsesiona y comienza a perseguirlo.
Lo que empieza como una molestia, no tarda en pasar a mayores, obligando a Donny a tener que enfrentar experiencias traumáticas de su pasado que no tenía intenciones de sacar a la luz.
Uno no espera todo lo que va a pasar a partir de ese acoso y cómo la serie te va paseando hábilmente entre la comedia, el thriller y el absoluto drama. Lo ideal es que ingresen a esta historia sin saber demasiado de ella, pero es importante que sepan que todo lo que la serie cuenta está basado en una historia real que vivió el propio protagonista y creador del show, Richard Gadd.
"A veces, en el pozo de la desesperación, surge la inspiración", dice Gadd, quien tomó sus propias experiencias y las volvió a revivir a modo de ficción, primero como obra de teatro y ahora como serie de TV, interpelándose y analizando desde la distancia esa pesadilla que vivió, lo que hizo mal, lo que podría o lo que debería haber hecho.
Gadd se vio acosado por esta mujer que tenía una habilidad enorme para evadir la ley, volviendo su vida un caos. Cuando decidió usarlo como materia prima para su obra, supo que recibiría golpes y críticas: "Me imaginé a gente diciéndome que lo que estaba haciendo estaba mal. Que ella no tenía voz. Que yo era el verdadero autor del daño y ella la víctima. Que las historias de vergüenza internalizada ya no son útiles, y que mis descripciones de violencia sexual son tan extremas que… ¿seguramente fui cómplice de ella de alguna manera? Todos estos eran temores legítimos y no carentes de fundamento. Pero tampoco podía eludir la verdad de lo que me había sucedido. Esta era una situación complicada y desordenada. Pero una que necesitaba ser contada", dice invitando a que lo acompañemos en esta oscura pero fascinante experiencia.