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El escándalo del Ex presidente saca de agenda el desmanejo del gobierno
El ex presidente le propinó en estos días un golpe durísimo al PJ en la crisis política que arrastra desde que empezaron a verse los efectos del experimento fallido del Frente de Todos, con un escándalo que no registra precedentes, al menos públicos, en la historia reciente: la gravísima denuncia por violencia física y psicológica radicada por Fabiola Yañez -un desprendimiento de la causa seguros- que Fernández ahora deberá responder en la Justicia.
El entorno del ex presidente quedó en shock. Todos, sin excepción, juran que no sabían nada: nadie, al menos el anillo de confianza político consultado por este medio, dice conocer sobre golpes y maltratos físicos. Todos, sin excepción, sí conocían de los conflictos en la pareja, de la toxicidad que se vivía en Olivos y la debilidad de Fernández por algunos pasatiempos. Parte de ese pasado reciente y sórdido, aparentemente habitual de la quinta presidencial, fue descripto anoche por la ex primera dama en la entrevista.
“La figura de Milei como interregno volvió a crecer. Podría ser un quiebre en la historia, un tiempo entre dos sistemas. Todo lo que vimos del ex presidente Fernández impacta no solo en su figura, si no en el sistema que lo tuvo de presidente. Se acelera el final de algo que estaba, tal vez, terminado”, asegura Pablo Knopoff, director de Isonomía.
El final de un sistema agotado y putrefacto que el Presidente supo capitalizar durante la campaña, y que aprovechó en estos meses al frente del Ejecutivo para ejecutar lo que él mismo denominó como el plan de ajuste más brutal de la historia. Una crisis, agudizada ahora por la denuncia de la ex primera dama, que le sirve además a Milei para disimular sus propias falencias. Y sus propias internas.
Según trascendió en las últimas horas, Milei pidió puertas adentro no alterar la agenda pública. “Si el enemigo se equivoca, no lo distraigas”. Napoleón Bonaparte. Por ejemplo, la Casa Rosada bajó a la mínima expresión sus reclamos sobre Venezuela, y dejó que la atención de la opinión pública se concentre pura y exclusivamente en la denuncia de Yañez contra el ex presidente. En paralelo, desplegó una batería mediática contra las políticas de género desplegadas por el gobierno anterior, con un bombardeo sistemático desde las redes por parte de los fanáticos libertarios. Se azuzó, además, la proliferación de supuestos videos de dudosa procedencia con supuestas escenas íntimas del ex presidente. Los trolls de La libertad Avanza se regodearon toda la semana. Por caso, el ministro Mariano Cúneo Libarona, supervisado por Sebastián Amerio, el secretario que responde a Santiago Caputo, anunció que puso a la venta el edificio donde funcionaba el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. Un punto central de la guerra cultural librada por el gobierno.
Milei se aprovechó del gravísimo escándalo en torno a Fernández para maquillar los déficits y la volatilidad cambiaria relacionada con el programa económico -debilidad en las reservas y desplome en la actividad industrial, por mencionar solo dos tópicos, más allá del leve repunte en algunos sectores como la construcción-, los aumentos en las tarifas de los servicios públicos y el transporte, y la puja interna en el corazón de su equipo.
En la última semana corrió un rumor interno de un supuesto enojo que el presidente habría tenido con un colaborador muy importante, por la queja que le habría acercado un empresario de primera línea. Son, por ahora, solo versiones.
Lo cierto es que, en el seno del gobierno, Caputo, el asesor más influyente de la Casa Rosada, y la ministra Sandra Pettovello, cercanísima a Milei, arrastran una cada vez más seria disputa interna. A ninguno de los dos le interesa disimularla. Se tiran, uno al otro, los peores reproches. La ministra de Capital Humano utilizó esa puja, apurada meses atrás por algunas de las más notorias deficiencias en su gestión, para acercarse a Mauricio Macri, con el que comparte la enemistad con el consultor. Nota aparte: hasta ayer, el ex presidente había sido el único dirigente de peso que no se pronunció sobre la denuncia de Yañez.
Al Presidente la exclusividad de la agenda pública en torno a Fernández le sirvió además para poner en stand-by los cortocircuitos con Victoria Villarruel, justo cuando se empezó a reactivar la agenda en el Congreso. Los últimos chispazos tuvieron que ver con la conformación de la comisión bicameral de inteligencia y con la reforma de la movilidad jubilatoria. En diez días, Ariel Lijo deberá defender su pliego en la Cámara alta. Después será el turno de Manuel García-Mansilla, una agenda en la que el Ejecutivo -Caputo, particularmente- está especialmente interesado. En los pasillos del gobierno se empieza a hablar cada vez con más frecuencia de la división entre “el triángulo de hierro” y la vicepresidenta. Dicen en Casa Rosada que se trata de una fractura que se originó en plena campaña, y que tuvo que ver con una negociación muy compleja, acalorada, entre Milei y Villarruel.